Privacidad

Sexo Fetiche

Conocer gente fetichista 349845

En aquel entonces, muchas de las personas a mí alrededor también comenzaban sus primeras exploraciones del cuerpo propio y los ajenos, en ese festín de nuevas sensaciones y experiencias que, para algunas personas, es la adolescencia. Claro, la mayoría de estas formas de evaluación tienen una profunda raíz machista porque, parafraseando a Contrapoints, la realidad a veces es machista. Las amigas de mi novia que también comenzaban a tener sexo se burlaban frecuentemente de los hombres con los que se encontraban y que tenían problemas para mantener una erección o controlar su eyaculación. A los 16 años yo ya de por sí era un adolescente un tanto raro, tímido, flacucho, medio nerd. No le iba a hacer eso a ella y no me iba a hacer eso a mí. No sólo eso: hice lo posible por nunca venirme. Pero frente a otra persona, durante cinco años no me permití terminar. Un lustro sin orgasmos no es mucho comparado con las historias de vida de otras personas, sobre todo mujeres, pero sin duda son los suficientes para dejar una marca, un estilo, una forma de coger y de entender el sexo y mi identidad. No venirme era una forma de reafirmar mi masculinidad.

Atrévete a hacerlas realidad La dominación de la pareja es una de las fantasías estrella. A veces hasta te revolucionan por dentro. Algunas las compartes con el resto. Incluso las haces realidad. Hablamos, por supuesto, de las fantasías sexuales y del placer que nos aportan. Los hombres, como las mujeres, también se excitan con el poder de la imaginación. No obstante, a veces les cuesta afrontar sus deseos y reconocerlos como propios. Si es tu caso, relax. Todo va bien.

Y desde una perspectiva de género que dé empoderamiento a la mujer. Para despedir la época de estío fui al mismo sitio de todos los años, donde justamente empezaban las fiestas, por lo que salía todas las noches con mi grupo de amigas. Una de esas noches ocurrió poco excepcional de lo que apenas estela los detalles, pero la sensación erótica que me causó nunca la olvidaré. Íbamos caminando por la calle, saliendo de un bar para entrar en otro, y nos topamos con lo que podría llamarse de hippie. Se trataba de un chico joven, con sus rastas y cierto atractivo, que tocaba la flauta para ganarse unas monedas. Cuando me topé con su mirada se clavó directa en mi cintura.

Click to comment

Leave a Reply

Your email address will not be published.