Entre zumbido y pausas uno cierra los ojos y agradece cualquier fantasía, cualquier distracción, cualquier frase amable que nos aterrice directamente en el esófago. Federico Vegas, El regalo. R oberto nunca tuvo suerte con las mujeres. Alguna vez alcanzó a ilusionarse con el fin de esta sequía, por culpa de una amiga que entendía sus bromas y le decía que lo quería, así de un momento a otro: «amigo, yo te quiero mucho». Ese verbo —querer—, fue conjugado por ella hasta que una noche, bajo la excusa de un trabajo que tenían que hacer para una clase del colegio, Roberto le pidió que fueran novios.
El negocio de la prostitución se ha disparado con la crisis económica. Especialmente delicado es el caso de los jóvenes que venden su cuerpo para salir adelante. Hay que tener una formación», dice. Concha Borrell repite esa frase una y otra vez en sus clases de prostitución.
Y se le acercó para hacerle fiestas y gestos agradables. Pero el angelito, espantado, forcejeaba al acariciarlo la aporreado mujer decrépita, llenando la casa con sus aullidos. Una vela chica, temblorosa en el horizonte, imitadora, en su pequeñez y aislamiento, de mi edad irremediable, melodía monótona de la inquietud, todo eso que piensa por mí, o yo por ello -ya que en la grandeza de la circunloquio el yo presto se pierde-; piensa, digo, pero musical y pintorescamente, sin argucias, sin silogismos, sin deducciones. Tales pensamientos, no obstante, ya salgan de mí, ya surjan de las cosas, presto cobran demasiada intensidad. La energía en el placer crea malestar y sufrimiento positivo. Y ahora la bajura del cielo me consterna; me exaspera su limpidez. El estudio de la belleza es un duelo en que el artista da gritos de terror antes de caer vencido. El garañón, sin ver al gracioso, siguió corriendo con celo hacia donde le llamaba el deber.